El presidente del interbloque Juntos por el Cambio en Diputados cuestionó las declaraciones de emergencia del Gobierno de Alberto Fernández y destacó contradicciones . “Es casi un gobierno bifronte”, indicó. La tensión en el radicalismo y el desafío de un nuevo tiempo.
El presidente del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados -y presidente del bloque de la Unión Cívica Radical-, Mario Negri, no le presta atención al calendario. Si bien, muy al pasar, reconoce que solo pasó poco más de un mes desde que Alberto Fernández asumió la presidencia de la Nación, sus críticas son duras y los 100 días de gracia que habitualmente se le da un nuevo gobierno parecen no hacer mella en quien mira con desconfianza.
Tal como lo señala desde incluso antes del 10 de diciembre -el tiempo, de nuevo, algo accesorio-, para Negri en la Argentina hay un liderazgo “bifronte” entre Fernández y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Señala, además, que eso quedó demostrado aún más en los últimos días, cuando el presidente aseguró que en el país no había presos políticos y Oscar Parrilli salió a contradecirlo. También lo hicieron Milagro Sala y Julio De Vido.
“Contradicciones severas”, destacó el diputado radical, al tiempo que lanzó la pregunta que, aunque no lo diga, quizás ya decidió la respuesta: “¿Cómo es el tema? ¿Quién gobierna?”. Negri asegura que es hora de que la fuerza política liderada por Mauricio Macri se “reformatee” y “amplíe”, al tiempo que advierte, en formato de deseo: “Que nuestra alternativa no sea consecuencia de vengarnos”.
– Se conoció la inflación de 2019 y terminó siendo la más alta de los últimos 28 años: 53,8%. ¿Qué análisis hace?
– Que es muy malo. Si bien se intentó ir a la baja hasta 2018, creo que hubo una sobrestimación del hecho de poder luchar contra la inflación y, simultáneamente, salir de la política de subsidio que el kirchnerismo. La inflación es un problema que si la política argentina no la asume en un acuerdo es muy difícil porque hay un tema cultural, le ha hecho goles tanto al radicalismo, como al peronismo y al gobierno en general.
– En noviembre, a poco de dejar el gobierno, usted dijo que Cambiemos debía “reformatearse”. ¿Números como el de la inflación lo hacen ratificar esta idea?
– Sí pero por la política, no solo por la inflación. En términos de la política creo que una coalición como la nuestra ya en el 2017 tendría que haber dado un salto cualitativo. En 2015 evitamos que el populismo avance y se conformó una coalición que fue muy parlamentaria más que una coalición de gobierno. Eso funcionó bien, pero a partir de ahí creo que teníamos que repensar de qué manera podíamos adecuarnos a los tiempos, teniendo en cuenta que somos una coalición con pensamiento diverso. Hoy ratifico eso, y más ahora que estamos afuera del gobierno y que somos oposición. Lo que significa no solo coordinar, sino mantener la unidad, que es lo que demanda la gente y sobre todo el 41% que nos votó.
– En este “reseteo”, ¿qué rol cree que debería asumir el radicalismo?
– Depende del radicalismo, no de los otros.
– ¿Cómo sería eso?
– Nosotros tenemos la costumbre de mirarnos al espejo creyendo que estamos mirando a otro. Tenemos que mirarnos a nosotros. Somos una fuerza política que, con errores y con aciertos, se hace cargo del pedazo de la historia que le tocó. Nosotros gobernamos 28 años desde el 16. No gobernamos más. Es un partido político que es central en la coalición, así como lo fue en 2015 para evitar que el populismo continuara. Creo que hay más horizontalidad ahora (en la coalición), pero debemos establecer reglas de convivencia. Al tener identidades distintas, precisamos mayor elasticidad porque lo rígido siempre se parte, es peligroso. Tenemos que ser muy firmes y muy claros honrando no solo el porcentaje de votos sino buscando ampliarlo. Tenemos que tener una obsesión que es no dividirnos y que nuestra alternativa no sea consecuencia de vengarnos.
– Pero se percibe un clima tenso dentro del radicalismo. Ricardo Alfonsín habló de un sometimiento ante el PRO. Storani, también…
– A Ricardo yo le tengo una estima personal pero obviamente que discrepo en lo que plantea. Independientemente de actitudes personales, la mayoría del radicalismo no piensa eso, pero todos tienen la libertad de expresarse. Creo también que hoy hay toda una discusión sobre el nuevo formateo de la política, que está frente a una sociedad distinta. ¿Por qué hoy alguien va a ir a hablar con un solo partido político, si hay otras alternativas? Hay, entonces, todo un debate donde uno debe garantizar principios muy esenciales y el radicalismo tiene que tener una lectura de este nuevo tiempo. No se puede vivir en la nostalgia.
– ¿Cree que referentes del radicalismo viven en la nostalgia?
– Hay un peligro permanente porque nuestra última gran batalla fue por la democracia. Después fue contra el populismo. Hoy hay descubrir qué otros interrogantes tiene la sociedad para poder interpretarla. Los sectores medios hace 40 años tenían un trabajo y sabían que era permanente. Todo eso está en discusión, se volvió más inseguro. Y además, quienes interpretan a todos esos sectores ya no es un partido político, son muchos. Entonces, nosotros tenemos que encontrar la manera de tener ese vínculo con la sociedad.
– ¿Cómo evalúa el primer mes de gobierno de Alberto Fernández?
– Me preocupa que la ideología sea el centro de la discusión de la seguridad, mientras se roba y se mata a la gente en las esquinas. Lo veo en todos lados y sobre todo en la provincia de Buenos Aires. Y el presidente debe liderar eso y saldar esa discusión. No puede haber una (visión) de Kicillof y otra de Alberto, porque la gente es la misma. En segundo lugar, creo que si bien es poco tiempo para evaluar un gobierno integralmente, necesita saldar rápidamente el rumbo frente al mundo. ¿Qué rumbo va a tener la Argentina? ¿Subsiste la nostalgia de 2015 de juntarnos con tres o cuatro? ¿O la política exterior es la consecuencia de una negociación entre Alberto y Cristina y no lo que la Argentina necesita? Da la impresión que mucha de las decisiones políticas son el resultado de un debate interno, de un gobierno que es casi bifronte.
– ¿En qué medidas se basa para decir que el Gobierno es “bifronte”?
– A 40 días muestra, si bien es poco tiempo, contradicciones severas, e idas y venidas que nadie imaginaba en materia de seguridad y política exterior. Lo hemos visto en estos días: ahora el presidente dice que no hay presos políticos. Claro, porque ahora el presidente es él. Igual a mi criterio no hubo. Había políticos presos, que es distinto. Pero hoy veo que Parrilli, que es la espada principal de la vicepresidenta, le reclama al presidente de que está equivocado y hay presos político. ¿Cómo es el tema? ¿Cada uno dice lo quiere? ¿Quién gobierna? Por eso digo que en un gobierno que da la impresión de un liderazgo casi bifronte.
– Habló de la seguridad y de política exterior, pero no mencionó las medidas económicas de este mes. ¿Qué evaluación hace de ellas?
– Bueno, en realidad medidas económicas ha tomado pocas. Lo que sí ha hecho es llevarse todas las facultades del Congreso nuevamente. Las mismas facultades que habíamos recuperado en el gobierno de Macri, en 2016. Con lo cual ya pronto estamos viendo cómo desapareció el federalismo. Estamos viendo cómo hay que volver a la Casa de Gobierno para pedir plata. Espero que el gobierno no vuelva a elegir entre hijos y entenados, como ocurría en el gobierno de Cristina. Todo gobierno que concentra poder y termina con leyes de emergencia y después las comienza a prorrogar lo que hace es perder el control y se pone al borde de actos de corrupción.
– ¿Cree que el gobierno actual corre el riesgo de ponerse al borde de actos de corrupción?
– Digo que si el gobierno se enamora de la Ley de Emergencia y quiere continuar con ella… Yo creo que eso no hacía falta, no estábamos ni en 2001 ni en 2002, había diferencias sustanciales. Inventaron 9 emergencia y necesitaban el piso de un relato que se llamara ‘tierra arrasada’. Pero que rápidamente se desmorona por dos razones: primero, porque en cuatro año no se pudo haber hecho ‘tierra arrasada’ cuando ellos gobernaron 12 antes; y en segundo lugar, porque el país quedó con superávit energético. Ellos lo dejaron con déficit energético. Y terminó con el triple, aunque sean pocas, de las que ellos dejaron en 2015 y con un tipo de cambio competitivo y con un saldo positivo en la balanza comercial. Nosotros le ofrecimos al gobierno buscar consensos y buscar diálogo, queremos que le vaya bien. Pero el gobierno prefirió llevarse las facultades y después llamarte para conversar, y eso me parece que es un enorme retroceso.
– No era el 2001, pero el punto de partida era difícil. Aumento de inflación, de pobreza, de desempleo, mayor endeudamiento…
– Creo que las dificultades se podían sortear. Es más, estoy de acuerdo con que hay que refinanciar plazos y términos de la deuda, porque el endeudamiento se tomó a muy corto plazo. Pero lo que no se puede es construir un relato sobre tierra arrasada cuando no existió o cuando en la provincia de Buenos Aires el gobernador buscó meter un impuestazo que superaba largamente cualquier margen de crisis. Un gobernador que, además, no reconoce que Vidal recuperó 65 mil millones de dólares para la provincia. Tenemos que reconocer errores, porque tenemos un pasado. Pero ellos tienen un pasadazo. No obstante eso hay que procurar que al gobierno le vaya bien, para que les vaya bien a los argentinos.
“Nunca fui partidario de la expulsión de Evo”
Luego de que el ex presidente de Bolivia Evo Morales se retractara de su propuesta para crear “milicias armadas” en su país, desde la Unión Cívica Radical desistieron de revocarle su condición de refugiado, tal como lo habían señalado en un comunicado tras la polémica. “Me pareció muy bien que se rectifique”, señaló a LA CAPITAL Mario Negri, minutos después de conocida la decisión del líder del MAS.
“En realidad, yo personalmente no era partidario de la expulsión. Él estaba en un carácter de refugiado pero sí recuerdo que el canciller le dijo cuando vino que procure no hacer declaraciones políticas aunque no sea una obligación”, agregó. De todas maneras, reconoció que le molestó “que en un reportaje habló de la violencia armada como una vía. Y eso, dicho en la Argentina, rememora tiempos muy difíciles y muy dolorosos de nuestro país”.
“Como mínimo el gobierno no podía permanecer en silencio y algo debía decir, pero veo que levanta la voz para el club de amigos y no se anima a reprender”, señaló. Y cerró: “Siento, igual, que Evo Morales hizo del refugio un comité de campaña”.